En las vísperas del día de los Santos Inocentes los habitantes de Caleta Córdova, un barrio de la ciudad de Comodoro Rivadavia en la provincia de Chubut, se desayunaron con una enorme mancha de petróleo que contaminaba varios kilómetros de sus costas y estaba matando a decenas y decenas de animales de la zona. Esta tragedia ecológica convertirá, por varios años, a su muelle de pescadores en un objeto menos que decorativo.
Haciendo gala de hipocresía, tanto el intendente de Comodoro Rivadavia, Martín Buzzi, como el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, reclamaron a la justicia que dictamine una “sanción ejemplar” y que “descargue todo el peso de la ley sobre los responsables de este delito”. Varios días después de producido el derrame, las autoridades medioambientales comenzaron a trabajar para contener y mitigar los efectos de la mancha de crudo. Como siempre tarde, como siempre poder político y prensa multimediática operaron para disimular a los verdaderos responsables de la catástrofe y a las graves consecuencias de la misma.
En mayo del 2006 cientos de pingüinos fueron exterminados por un derrame de petróleo que alcanzó la Reserva Provincial de Cabo Vírgenes en Santa Cruz. En esa oportunidad las autoridades responsables de la Provincia de Santa Cruz tampoco pudieron detectar el origen de la mancha.
Así una y otra vez la costa patagónica, uno de los segmentos costeros más largos con un ecosistema marino altamente productivo, se ve expuesta a la agresión de un crecimiento industrial acelerado que lleva la marca del saqueo y que compromete gravemente la biodiversidad y la conservación de sus recursos naturales “renovables”. La contaminación por hidrocarburos es ya crónica en la Patagonia con derrames que han afectado directamente grandes números de pingüinos y otras aves. Como en Caleta Córdova, como en Cabo Vírgenes, la identidad del buque responsable nunca ha podido establecerse aunque los efectos negativos se han sentido palmariamente en varias oportunidades.
Caleta Córdova, Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia se han transformado en zonas de acumulación de hidrocarburos producto de la actividad petrolera en sus boyas de carga de hidrocarburos. Sin embargo, la actividad petrolera en tierra firme ha generado procesos de contaminación por transporte de hidrocarburos por cañadones como son los casos del Km 5 en Comodoro Rivadavia o el Cañadón Seco al sur de Caleta Olivia. Asimismo, se han detectado zonas de acumulación relacionadas con corrientes marinas o generadas por la acción del viento. El caso de Faro Aristizábal en la costa norte del Golfo San Jorge, en donde se presentan concentraciones elevadas de hidrocarburos aromáticos, resulta trágicamente paradigmático. En los muelles de Puerto Deseado y San Antonio Oeste las concentraciones de hidrocarburos derivados del petróleo son elevadas y se las ha asociado indubitablemente a la actividad portuaria.
La tecnología para detectar cómo, cuándo y donde se producen estos crímenes de lesa naturaleza existe y está disponible, lo que no es seguro es la existencia de voluntad política para tal objetivo. Desde “Prende la Luz” lo hemos dicho un sinnúmero de veces: saqueo ambiental y económico son dos caras de la misma moneda.
Por lo pronto, las autoridades se lucieron incapaces ya no sólo a anticiparse a los problemas sino tan sólo a detectarlos. Se justifican en que los responsables del derrame no hayan denunciado el “accidente”, sin embargo, lo que se está haciendo, es aceptando la propia ausencia estatal. Los controles no existen tampoco para lo que las empresas se llevan.
Las hipótesis referidas al origen del derrame son dos: el mismo se podría haber producido en un error en la operación de la monoboya de Terminales Marítimas Patagónicas S.A. (TERMAP); y la segunda apunta a algún buque en alta mar que haya sufrido alguna avería. Las secretarias medioambientales confían en que a través de fotografías satelitales podrán dar con el paradero del “culpable prófugo”. Son varios los expertos que dudan seriamente en que se pueda desenmascarar al ecocida petrolero.
Las razones son varias, pero una de ellas es que los responsables directos podrían ser socios del gobierno nacional y provincial. Desde “Prende la Luz” hemos informado respecto de la vergonzosa renegociación del contrato hidrocarburífero que el gobernador Mario Das Neves firmó con la operadora Pan American Energy que opera el yacimiento Cerro Dragón, nada menos que el de mayor producción petrolera de La Argentina.
Das Neves prorrogó estos contratos diez años antes de que termine su concesión sin consultar la opinión del pueblo ni legislar sobre un marco regulatorio para las concesiones de áreas petroleras. Se trata de un negocio garantizado de más de 20.000 millones de dólares para una compañía, que como sus colegas del ramo, se caracteriza por incumplir sistemáticamente sus actuales contratos.
Hablar de TERMAP es sinónimo de Pan American Energy que posee el 31.71% de las acciones, el resto pertenece a Total Austral, Depetrol, Capsa, Vintage Oil, Repsol-YPF y Shell. Un 60 % de la Pan American Energy pertenece a la British Petroleum-AMOCO y el 40 % restante a la Bridas de los Bulgheroni quienes aportan, principalmente sus aceitadas relaciones con el poder vernáculo. A través de TERMAP se va el 35% del crudo argentino según lo declarado por las propias petroleras, porque las incontroladas cifras reales son mucho mayores.
Para el gobernador Das Neves seria harto sencillo controlar lo que sale por TERMAP, sin embargo, se limita a utilizar los datos proporcionados por la Secretaría de Energía de Daniel Cameron. Quien hoy pide “castigos ejemplares” no realiza relevamiento alguno de la contaminación en las napas y los suelos que, a diario, producen las petroleras. Más aún, Comodoro Rivadavia ya sufrió más de 400 derrames en un sólo año. La contaminación, entonces, no es un hecho aislado sino un denominador común del saqueo corporativo. Sin duda, la hipótesis de un derrame en TERMAP incomoda, y mucho, a Das Neves quien se apuró en avisar a las autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente de la Nación que su propia revisión de las instalaciones de TERMAP arrojó “resultados negativos”.
El Estado no pareció “ausentarse” en octubre de 2004 cuando un enorme operativo represivo dio cuenta de los desocupados que reclamaban trabajo en la terminal de TERMAP en Caleta Olivia. Las petroleras no quieren que nadie se asome a los muros de la terminal y observe sus movimientos.
Hace unas horas, el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, estuvo en Comodoro Rivadavia recorriendo la zona de playa afectada en Caleta Córdova y se reunió con las empresas responsables de las operaciones petroleras de la zona. Al cierre del encuentro, y sin que se le moviera un pelo, declaró: "no vine acá a preguntar cómo se originó el incidente". Nadie podía llamarse a sopresa. El propio Das Neves dijo hace muy poco que había recibido un Estado "bobo, burcorático y dormido". La pregunta sería si el Estado “es o se hace” el bobo…
domingo, 6 de enero de 2008
UN PINGÜINO EMPETROLADO
Programa del 3 de Enero de 2008
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