miércoles, 23 de abril de 2008

MÁS DE LA MISMA AGRICULTURA SIGNIFICA MÁS HAMBRE

Hay 850 millones de personas desnutridas en el mundo y ese número va a aumentar con el cambio climático y la expansión de la población de 6600 a 9000 millones de personas en las próximas cuatro décadas. La inequidad en la distribución de alimentos resulta evidente a los ojos de quien quiera ver el mundo que lo rodea y, para peor, los precios de esos mismos alimentos siguen subiendo y subiendo.

El panorama no puede ser menos alentador. Un nuevo informe del grupo de evaluación internacional del papel de los conocimientos, la ciencia y la tecnología en el desarrollo agrícola sostiene que todos estos factores juntos plantean un desafío global que requiere una respuesta global inmediata.

La primera “revolución verde” de los ´60 y ´70 impulsó una agricultura saturada de fertilizantes y pesticidas. La segunda, la de los ´90, sigue llenándonos de transgénicos y agroquímicos. El afán de lucro, en ambos casos, ha traído aparejado graves consecuencias para el medio ambiente, la salud humana y la equidad social.

La Evaluación Internacional de Ciencia y Tecnología Agrícola (IAASTD) celebró su sesión plenaria intergubernamental del 7 al 14 de abril en Johannesburgo, Sudáfrica. El IAASTD fue creado en el 2002 por el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y comenzó su trabajo en el 2004 con el objetivo de “mejorar la vida, la salud y la prosperidad de millones de agricultores pobres”. Durante los tres años siguientes (2005-2007), un grupo de expertos científicos seleccionados por IAASTD evaluaron la conveniencia, calidad y eficacia de los conocimientos agrícolas, la ciencia y la tecnología, así como las políticas y soluciones institucionales a estas cuestiones. Alrededor de 400 expertos se reunieron la semana pasada en Johannesburgo para acordar un texto que sería aprobado por los delegados de los gobiernos respecto a estas cuestiones.

Australia, Canadá y los Estados Unidos de Norteamérica no aprobaron el informe de la IAASTD. La Argentina, que cuenta con la Lic. María Cristina Plencovich entre los miembros del IAASTD, miró para otro lado. La Lic. Plencovich es Asesora Pedagógica de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. En otras palabras: La Argentina no envió a la IAASTD a una verdadera especialista en las cuestiones agrícolas lo que pone de manifiesto el escaso interés de este país en colaborar con un organismo que claramente cuestiona sus prácticas agrícolas.

El informe de la IAASTD subraya la necesidad de un profundo replanteamiento del enfoque para la agricultura y admite la falta de capacidad del “mercado” para asegurar seguridad alimentaria a los pobres. El informe es crítico respecto del dominio que las compañías multinacionales tienen de los mercados de las semillas y fertilizantes, a la vez que hace un llamamiento para una implementación de las estrategias agroecológicas, en particular, para lograr la sostenibilidad del medio ambiente resaltando las dudas y controversias relativas a los cultivos genéticamente modificados. El informe reclama un nuevo paradigma de agricultura centrándose, sobre todo, en el papel de los agricultores pobres, que desarrolle de una sana y justa agricultura ecológica basada en los principios de la llamada agricultura orgánica.

El informe en cuestión metió el dedo en la llaga de la biotecnología a riesgo de que los poderes ocultos detrás de los gobiernos objetarían algunas de las conclusiones del informe, sin embargo los cuestionamientos respecto de cómo los organismos genéticamente modificados alteran la biodiversidad y el ecosistema son muchos y de peso. El control que de las semillas por las corporaciones terminará arruinando el sustento de los pequeños agricultores, además de que es absolutamente contrario a sus necesidades el énfasis que esas mismas corporaciones ponen en costosas investigaciones.

A pesar del origen del IAASTD, hay un dato significativo que habla del valor del informe: las empresas de la industria biotecnológica se “retiraron” el año pasado de los debates del organismo afirmando que sus informes eran “injustos” con su industria. Según el Resumen Ejecutivo del Informe de síntesis de la Evaluación Internacional de Conocimiento Agrícola, la Ciencia y la Tecnología para el Desarrollo, “la biotecnología ha estado siempre en la vanguardia del cambio. El cambio es rápido, los dominios de que se trata son numerosos y hay una falta de comunicación transparente entre los actores. Por lo tanto la evaluación de la biotecnología moderna va a la zaga del desarrollo, la información puede ser anecdótica y contradictoria, y la incertidumbre sobre los beneficios y los daños es inevitable. Hay una amplia gama de perspectivas sobre el medio ambiente, la salud humana y los riesgos económicos y los beneficios de la biotecnología moderna, muchas de las cuales son aún desconocidas”. [1]

A modo de ejemplo, ¿por qué no se popularizan las técnicas agrícolas de conservación que fueron utilizadas en Honduras en proyectos del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola? El Programa Lempira Sur fue implementado por el gobierno de Honduras con apoyo técnico de la FAO y recursos económicos de los Países Bajos, durante un período de más de 10 años, comenzando en 1990 y terminando en el 2004. El secreto: recurrir a la práctica tradicional de “labranza cero” que, además, ayuda a prevenir los deslizamientos de lodo Recordemos los estragos que causó el huracán Mitch a su paso por Honduras, que a fines del 1998 devastó el 70% del territorio hondureño y dejo un saldo de 19000 muertos. Precisamente los métodos probados de “labranza cero” han sido estudiados por los 400 expertos de diversas disciplinas del IAASTD quienes, por otra parte, han examinado el conocimiento agrícola alrededor del globo. [2]

El informe elaborado por el IAASTD enfoca también en la cuestión de la irrigación y sugiere poner mayor énfasis en quienes sufren escasez de agua o la gente es muy pobre como para pagar una irrigación artificial. Otra cuestión fundamental que destaca el informe tiene que ver con la responsabilidad de gobiernos y organizaciones para ayudar a los pequeños agricultores a diversificar sus cultivos y, de esa manera, mejorar su dieta y reducir los riesgos de las fluctuaciones del mercado o el clima.

El encarecimiento de los insumos, particularmente el petróleo, ha impactado en la agricultura y, por ende, en el precio de los alimentos. Pero a esto se suma la irrupción de los biocombustibles que agrava la situación puesto que el producto de la tierra aumenta su demanda al incorporar como consumidores a los motores de los más ricos elevando aún más el valor de los alimentos. En 2007, el precio del maíz se incrementó 31 por ciento, el de la soja 87 por ciento, y el del trigo 130 por ciento. Las reservas de granos están en su nivel más bajo y el contenido de los silos sólo alcanzaría para 40 días de abastecimiento.

Más allá de los detalles del informe, lo que debería implementarse es un gran debate en torno a cómo los pueblos asegurarán su soberanía alimentaria y, además, de una manera solidaria con la madre tierra. [3] En la ausencia de este debate se va consolidando el hambre de cientos de millones de seres humanos y sería un grave error de las clases dirigentes pensar que podrán ponerse a salvo de las consecuencias del colapso del actual sistema de agronegocios.

El informe concluye que sin cambios radicales en el modo en que el mundo produce sus alimentos, el planeta sufrirá daños permanentes. El Director del IAASTD, el Profesor Robert Watson, afirmó “más de lo mismo significa que no seremos capaces de alimentar el mundo, más de lo mismo significa que continuaremos degradando el medio ambiente, más de lo mismo significa que nunca solucionaremos los problemas de pobreza y hambre”…

Programa del 17 de abril de 2008 [4]

[1] Sugerimos la lectura, en este mismo blog, de la nota titulada “EL MUNDO SEGÚN MONSANTO”
http://pllradio.blogspot.com/2008/04/el-mundo-segn-monsanto.html

[2] Lecciones aprendidas. Participación Ciudadana en Lempira Sur
http://www.fao.org/participation/espanol/lempira-lessons.html

[3] La seguridad alimentaria es una situación que existe cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos que satisfagan sus necesidades dietéticas y preferencias alimenticias para una vida activa y sana (FAO, The State of Food Insecurity 2001). La soberanía alimentaria se define como el derecho de los pueblos y los estados soberanos a decidir democráticamente sus propias políticas agrícolas y alimentarias.

[4] El 17 de abril es el día mundial de la lucha campesina. La fecha elegida conmemora la lucha de los 19 integrantes del Movimiento de trabajadores rurales Sin Tierra (MST), de Brasil, asesinados en 1996 en la masacre de El dorado dos Carajas.

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