El Banco Mundial llamó a tener una política común en materia de alimentos a fin de poder hacer bajar los precios y pronosticó que habrá 100 millones más de pobres en un futuro inmediato. “Todo lo que se hizo hasta ahora para reducir la pobreza puede destruirse muy rápidamente por la crisis de precios", advirtió el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn. Hasta el propio ministro de Economía de La Argentina, Martín Lousteau, haciéndose eco de las palabras del presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, afirmó que “la problemática de la demanda de alimentos en el mundo amenaza con retrotraer los niveles de pobreza globales a 7 años atrás” y subrayó que “hay que buscar soluciones puntuales para evitar las hambrunas”. Cuando quieren ser conmovedores, evidentemente lo logran… La directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, Josette Sheeran, advirtió que la falta de alimentos equivale a un “tsunami silencioso”.
En lo que va del año y desde marzo de 2007, el precio de los productos básicos de los que una gran parte de la población mundial depende: soja, maíz y trigo se incrementó en 87%, 31% y 130%, respectivamente. Un poco más en perspectiva, entre fines del 2003 e inicios de 2008, los inventarios internacionales de maíz disminuyeron un 11% mientras su precio aumentó un 125%. Es claramente asociable la profundización del modelo de transgénicos y biocombustibles con el desarrollo de esta crisis alimentaria. En ese mismo período, el precio del arroz aumentó un 150% mientras que los inventarios mundiales cayeron un 8,5%. Sin embargo, estas cifras pasarán rápidamente a la vejez puesto que los precios internacionales siguen subiendo y batiendo récords. El trigo no fue la excepción y, en el cuatrienio indicado, los inventarios globales disminuyeron más de un 33% mientras su precio aumentó un escandaloso 232%. El genocidio silencioso del hambre se abre paso entre un enorme segmento de la población mundial.
Una combinación de factores hacen subir los precios, entre ellos: el aumento de la demanda provocada por el crecimiento de la población mundial actual, el aumento de la demanda de carne en los países en desarrollo como China y la India, y el uso alternativo del maíz y la soja para los biocombustibles.
Sin embargo, no son los únicos factores que presionan a la suba a los precios de los alimentos, un factor determinante es el relacionado con el elevado costo de la energía y los fertilizantes. Y todo hace pensar que estos factores seguirán presionando sobre los precios de los alimentos. Para peor, los almacenes de cereales, a nivel mundial, se encuentran hoy en su nivel histórico más bajo y la cuestión de cómo alimentar al mundo nunca ha sido tan urgente. La presión que la producción de biocombustibles ejerce sobre los mercados de granos es el responsable de alrededor de la mitad del aumento en el consumo de las principales cosechas en 2006 y 2007.
En los últimos días, presenciamos graves disturbios en Haití donde las fuerzas militares de “paz” acabaron con la vida de varios manifestantes que reclamaban por el precio del arroz y donde los saqueos obligaron a renunciar al primer ministro Jacques Edouard Alexis. La falta de alimentos causaron hechos de violencia en Egipto y Camerún, pero una zaga de países se encamina a presenciar nuevos y reiterados conflictos asociados a la escasez de alimentos: Costa de Marfil, Mauritania, Etiopía, Senegal, Burkina Faso, Madagascar, Pakistán, Filipinas, Mozambique, Indonesia, Paraguay, Iraq, Lesoto, Moldava, Somalia, Suazilandia, Zimbawe, Afganistán, Corea del Norte, Eritrea, Liberia y Sierra Leona son sólo algunos de las decenas de focos críticos. A pesar de la dictadura imperante, nadie puede descartar disturbios de magnitud inclusive en la China.
Existen unos 37 países considerados por la FAO en situación de "crisis alimentaria”, sin embargo, el Institute of Development Studies ya hablaba, en el 2004, de 66 países vulnerables al hambre. La cruda realidad es que los países en desarrollo dejaron de ser exportadores netos de alimentos para convertirse en grandes importadores, pasando de tener un excedente comercial en alimentos de unos 1.000 millones de dólares en los años 70 a sufrir un déficit de 11.000 millones de dólares en 2001.
Probablemente a los centros de poder financiero y económico mundial sólo les importe el aumento de los precios de los alimentos en todo el mundo en tanto que las agitaciones sociales y políticas pueden desencarrilar este proceso de globalización que pone a la mayoría absoluta del planeta como meros espectadores de la historia. En los países pobres, la población más desposeída gasta un 75% de sus ingresos en comida, contra un 15% en los países ricos, lo que significa que sólo viven para ser explotados y comer, a veces... En Bangladesh una bolsa de dos kilos de arroz (y esto sólo por ahora) equivale para una familia pobre la mitad de sus ingresos diarios.
La Argentina no es ajena al escándalo del hambre. La estampida de precios de la canasta básica de alimentos arrojó en el último año a 1.300.000 de personas a la pobreza que sufre un tercio de su población. Mucho antes que la absoluta mayoría de los medios, “Prende la Luz” informó a sus oyentes que los números del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos no eran en absoluto confiables. Meses después sucedió el escándalo de la intervención desembozada que sigue hasta el presente y, como si esto fuera poco, el INDEC se da el lujo de no publicar las cifras de pobreza e indigencia desde junio del año pasado. A esta altura, ya nadie puede dudar del por qué…
Lo dijimos hace cuatro años y hoy, frente al abismo de una catástrofe humanitaria global, tenemos que lamentarnos el haber acertado. El sistema de producción de alimentos que el planeta ha adoptado mayoritariamente es completamente inviable. En nuestro último programa repasábamos algunas conclusiones importantes de la Evaluación Internacional de Ciencia y Tecnología Agrícola que celebró su sesión plenaria intergubernamental del 7 al 14 de abril en Johannesburgo, Sudáfrica. Una de ellas hacía referencia a la necesidad de un nuevo paradigma de agricultura para garantizar la seguridad alimentaria a los pobres y lograr la sostenibilidad del medio ambiente. Como vimos al principio, los mismos que hicieron “lo mejor de sí” para meternos en este callejón sin salida hoy vienen a advertirnos de sus peligros inminentes… [1]
El Banco Mundial planea invertir 10 millones de dólares adicionales en programas de alimentación y exhortó a los países ricos a que contribuya con otros 500 millones de dólares al programa de alimentos de Naciones Unidas. Nada de esto solucionará el problema de fondo. Estamos hablando de un sistema perverso donde algunas pocas corporaciones tienen el control mundial de los alimentos y utilizan todos los resortes del “libre mercado” para someter a la mayoría a sus intereses [2]. Manipulación genética, agroquímicos, patentes y biocombustibles son partes de un cóctel que hasta ahora venía emborrachando a muchos y ahora comienza a matarlos…
En lo que va del año y desde marzo de 2007, el precio de los productos básicos de los que una gran parte de la población mundial depende: soja, maíz y trigo se incrementó en 87%, 31% y 130%, respectivamente. Un poco más en perspectiva, entre fines del 2003 e inicios de 2008, los inventarios internacionales de maíz disminuyeron un 11% mientras su precio aumentó un 125%. Es claramente asociable la profundización del modelo de transgénicos y biocombustibles con el desarrollo de esta crisis alimentaria. En ese mismo período, el precio del arroz aumentó un 150% mientras que los inventarios mundiales cayeron un 8,5%. Sin embargo, estas cifras pasarán rápidamente a la vejez puesto que los precios internacionales siguen subiendo y batiendo récords. El trigo no fue la excepción y, en el cuatrienio indicado, los inventarios globales disminuyeron más de un 33% mientras su precio aumentó un escandaloso 232%. El genocidio silencioso del hambre se abre paso entre un enorme segmento de la población mundial.
Una combinación de factores hacen subir los precios, entre ellos: el aumento de la demanda provocada por el crecimiento de la población mundial actual, el aumento de la demanda de carne en los países en desarrollo como China y la India, y el uso alternativo del maíz y la soja para los biocombustibles.
Sin embargo, no son los únicos factores que presionan a la suba a los precios de los alimentos, un factor determinante es el relacionado con el elevado costo de la energía y los fertilizantes. Y todo hace pensar que estos factores seguirán presionando sobre los precios de los alimentos. Para peor, los almacenes de cereales, a nivel mundial, se encuentran hoy en su nivel histórico más bajo y la cuestión de cómo alimentar al mundo nunca ha sido tan urgente. La presión que la producción de biocombustibles ejerce sobre los mercados de granos es el responsable de alrededor de la mitad del aumento en el consumo de las principales cosechas en 2006 y 2007.
En los últimos días, presenciamos graves disturbios en Haití donde las fuerzas militares de “paz” acabaron con la vida de varios manifestantes que reclamaban por el precio del arroz y donde los saqueos obligaron a renunciar al primer ministro Jacques Edouard Alexis. La falta de alimentos causaron hechos de violencia en Egipto y Camerún, pero una zaga de países se encamina a presenciar nuevos y reiterados conflictos asociados a la escasez de alimentos: Costa de Marfil, Mauritania, Etiopía, Senegal, Burkina Faso, Madagascar, Pakistán, Filipinas, Mozambique, Indonesia, Paraguay, Iraq, Lesoto, Moldava, Somalia, Suazilandia, Zimbawe, Afganistán, Corea del Norte, Eritrea, Liberia y Sierra Leona son sólo algunos de las decenas de focos críticos. A pesar de la dictadura imperante, nadie puede descartar disturbios de magnitud inclusive en la China.
Existen unos 37 países considerados por la FAO en situación de "crisis alimentaria”, sin embargo, el Institute of Development Studies ya hablaba, en el 2004, de 66 países vulnerables al hambre. La cruda realidad es que los países en desarrollo dejaron de ser exportadores netos de alimentos para convertirse en grandes importadores, pasando de tener un excedente comercial en alimentos de unos 1.000 millones de dólares en los años 70 a sufrir un déficit de 11.000 millones de dólares en 2001.
Probablemente a los centros de poder financiero y económico mundial sólo les importe el aumento de los precios de los alimentos en todo el mundo en tanto que las agitaciones sociales y políticas pueden desencarrilar este proceso de globalización que pone a la mayoría absoluta del planeta como meros espectadores de la historia. En los países pobres, la población más desposeída gasta un 75% de sus ingresos en comida, contra un 15% en los países ricos, lo que significa que sólo viven para ser explotados y comer, a veces... En Bangladesh una bolsa de dos kilos de arroz (y esto sólo por ahora) equivale para una familia pobre la mitad de sus ingresos diarios.
La Argentina no es ajena al escándalo del hambre. La estampida de precios de la canasta básica de alimentos arrojó en el último año a 1.300.000 de personas a la pobreza que sufre un tercio de su población. Mucho antes que la absoluta mayoría de los medios, “Prende la Luz” informó a sus oyentes que los números del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos no eran en absoluto confiables. Meses después sucedió el escándalo de la intervención desembozada que sigue hasta el presente y, como si esto fuera poco, el INDEC se da el lujo de no publicar las cifras de pobreza e indigencia desde junio del año pasado. A esta altura, ya nadie puede dudar del por qué…
Lo dijimos hace cuatro años y hoy, frente al abismo de una catástrofe humanitaria global, tenemos que lamentarnos el haber acertado. El sistema de producción de alimentos que el planeta ha adoptado mayoritariamente es completamente inviable. En nuestro último programa repasábamos algunas conclusiones importantes de la Evaluación Internacional de Ciencia y Tecnología Agrícola que celebró su sesión plenaria intergubernamental del 7 al 14 de abril en Johannesburgo, Sudáfrica. Una de ellas hacía referencia a la necesidad de un nuevo paradigma de agricultura para garantizar la seguridad alimentaria a los pobres y lograr la sostenibilidad del medio ambiente. Como vimos al principio, los mismos que hicieron “lo mejor de sí” para meternos en este callejón sin salida hoy vienen a advertirnos de sus peligros inminentes… [1]
El Banco Mundial planea invertir 10 millones de dólares adicionales en programas de alimentación y exhortó a los países ricos a que contribuya con otros 500 millones de dólares al programa de alimentos de Naciones Unidas. Nada de esto solucionará el problema de fondo. Estamos hablando de un sistema perverso donde algunas pocas corporaciones tienen el control mundial de los alimentos y utilizan todos los resortes del “libre mercado” para someter a la mayoría a sus intereses [2]. Manipulación genética, agroquímicos, patentes y biocombustibles son partes de un cóctel que hasta ahora venía emborrachando a muchos y ahora comienza a matarlos…
M.S.
Programa del 23 de abril de 2008.
[1] “El alza de los precios de los alimentos pone en peligro la reducción de la pobreza” http://go.worldbank.org/Z44S20DJQ0
[2] Ver en este mismo blog "CUANDO EL HOMBRE DESAFÍA A LA EVOLUCIÓN" http://pllradio.blogspot.com/2007/09/cuando-el-hombre-desafa-la-evolucin.html
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