sábado, 8 de septiembre de 2007

CUANDO EL HOMBRE DESAFÍA A LA EVOLUCIÓN

Los movimientos campesinos de todo el mundo enfrentan hoy un enorme problema. Aunque suene paradójico, presenciamos una superproducción de alimentos y una carrera contra los precios que va ahogando a los campesinos y haciéndolos dependientes de las “ofertas tecnológicas” que les prometen reducir costos. Y esto los hace altamente susceptibles y dependientes de cultivos y de semillas que prometen esa panacea, incluso si el efecto a largo plazo es perjudicial para su suelo, para ellos mismos, sus familias y el medio ambiente. Nuestro país es el paradigma de esta trampa pero nos siguen en este camino al precipicio Brasil, Bolivia, Paraguay y, ahora, Ecuador.

Alrededor de cinco corporaciones agroquímicas controlan el 85% de los alimentos; más aún, están controlando toda la cadena de alimentos, desde las semillas a la mesa.
Para ello las corporaciones insertan genes de otras especies en el código genético de semillas, vegetales y animales para crear especies con características o rasgos que son más redituables para sus agro-negocios. Hablamos de productores en masa de alimentos que se destinan al ganado para producir carne a partir de animales criados en confinamiento (verdaderos súper caldos de cultivos de enfermedades nuevas y conocidas pero más resistentes).

¿Alguien se ha detenido a pensar en el peligro de esta alquimia genética? El hombre ha alcanzado científicamente un umbral que nunca antes habíamos cruzado. No confundamos las cosas: cuando se habla de ingeniería genética no nos referimos a las cruzas o selecciones de especies de antaño. Hoy los genes de la polilla están siendo fusionados con los de la papa, los de la trucha ártica fusionados con frutillas, los del lenguado fusionados con tomates y los de las luciérnagas fusionados con maíz. Y aunque parezca un chiste es la pura verdad.

Monsanto desarrolló los porotos de soja “Roundup Ready” para poder vender sus herbicidas. No para darle de comer a los hambrientos, eso a nadie importa en este juego. Pero milenios de evolución no son fáciles de domesticar y en todo el mundo, las hierbas comenzaron a desarrollar resistencia al herbicida RoundUp. A través de este mecanismo, han patentado las semillas y las venden a precios astronómicos. Haciendo alarde de su supuesto derecho de propiedad intelectual, las corporaciones como Monsanto no les permite a los agricultores guardar las semillas o desarrollarlas como han hecho durante centenares de años.

Están patentando la vida, sin exageraciones: los Derechos de Propiedad Intelectual permiten que las corporaciones patenten organismos vivientes, dándoles la propiedad de las plantas y todas sus generaciones futuras. Es decir, los agricultores compran las semillas pero, en realidad, no les pertenecen sino que adquieren una licencia para usarlas por un año. El próximo año, gracias al desarrollo de las tecnología “Terminator” tendrán que comprarlas nuevamente. Además, con la estrategia de “el primero te lo regalo y el segundo te lo vendo” han penetrado la mayoría de los mercados latinoamericanos y ahora van por China, la India y el Oriente Europeo. Como parte de sus estrategias expansionistas violan todas las reglas que pueden y, fundamentalmente, corrompen nuestras instituciones políticas y científicas.

Hoy, el hambre no es un problema tecnológico, los campesinos tienen los saberes para producir alimentos sanos. Lamentablemente, tanto los alimentos que hoy se producen como las tierras se concentran cada vez más y el hambre y la malnutrición reinan en una fracción cada vez mayor de la población mundial. Los alimentos transgénicos y los biocombustibles van a perpetuar esta tendencia empeorando las cosas.

La vida ha evolucionado durante más de tres mil millones de años. Hay una sabiduría en la organización de los sistemas vivientes naturales, ecosistemas y organismos vivientes a los cuales debemos prestarle seria atención. Un puñado de compañías agroquímicas está modificando la estructura genética de nuestros alimentos pero nos lo ocultan. Las corporaciones se refugian en los intrincados detalles y complicaciones propios de una disciplina como es la ingeniería genética. Sin embargo, lo cierto es que los alimentos que producen están contaminados químicamente o modificados genéticamente. En esto no hay atajos: cuando estas tecnologías fallen, fallarán a escala global y el Mundo va enfrentarse a hambrunas de proporciones...
M.S.
Programa del 26 de abril de 2007

No hay comentarios: