sábado, 8 de septiembre de 2007

5 MINUTOS PARA LAS DOCE

El martes 29 de mayo, en la península de Kamchatka, Rusia probó su nuevo misil RS-24, uno de los cohetes balísticos más potentes del mundo, diseñado para evadir cualquier sistema de defensa antimisiles. El misil es capaz de ir armado con hasta 10 cabezas explosivas. Los presidentes de EEUU y Rusia, George Bush y Vladimir Putin se enfrentaron por el proyecto estadounidense de extender su sistema de defensa misilístico a Europa del Este y por la independencia de Kosovo.

A mediados de mayo la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, había insistido en que el "escudo" sólo pretende ser una herramienta defensiva ante un posible ataque de "naciones hostiles" como Corea del Norte o Irán. George Bush aseguró que la Guerra Fría “terminó” y que su meta es “terminar con la tiranía en el mundo”. Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, amenazó con apuntar sus armas hacia Europa si EEUU no da marcha atrás con su proyecto de instalar un escudo antimisiles en Europa del Este.
“Si el potencial nuclear estadounidense se extiende en el territorio europeo, tendremos que tener nuevos blancos en Europa”, dijo Putin. Las amenazas del líder ruso se produjeron poco antes del inicio de la cumbre del Grupo de los Ocho, que comenzó ayer en Alemania.

El análisis del estado actual del conflicto con Irán demuestra que el mundo se encuentra frente la posibilidad concreta de una nueva guerra que puede comenzar dentro de pocos tiempo. Un ataque nuclear de los EE.UU. sobre Irán parece cada vez más inminente con el enorme riesgo de que dicho conflicto se extienda enfrentando primero a Tel Aviv con Teherán y que se prolongue como un reguero de pólvora hacia el oeste.

Los EE.UU. y sus aliados comenzaron hace tiempo la preparación psicológica de la opinión pública mundial ante la posibilidad de usar las armas nucleares tácticas para resolver la cuestión iraní con la excusa de su avance en el área de la tecnología nuclear. Los EE.UU. devastaron Irak y dejaron un saldo de cientos de miles de muertos, de manera que no les temblará el pulso para hacer lo propio con Irán a la hora de imponer su sistema económico a escala global.

El capitalismo sólo sabe de redoblar la apuesta. Nos preguntamos cómo se podría detener esta escalada…Tal masacre sólo puede ser detenida por una movilización también a escala global como la que hoy están protagonizando las organizaciones sociales en derredor de la cumbre del G8.

Pero, queremos enfocar en un punto inusualmente analizado: existe una historia no contada que es la de cómo la industria armamentista mata aún en “tiempos de paz”.

El gasto mundial en armamento militar creció un 34 por ciento en la última década superando cómodamente el millón de millón de dólares (3100 millones de dólares por día). Estados Unidos es el responsable de casi la mitad del gasto mundial en armas (unos 500.000 millones). Esta tasa promedio del 3% de aumento anual del gasto militar se sigue incrementando.

Cada dólar gastado en armas es un símbolo del oprobio. Sólo a modo de ejemplo: 6.000 millones de dólares al año es el costo para dar educación primaria y secundaria a todos los niños de los países en desarrollo. Harían falta 3.000 millones para reforestar los bosques perdidos y 30.000 millones para suministrar agua limpia a todos.

Pocas veces se ha hablado del efecto devastador que para los ecosistemas han tenido las campañas bélicas: El Departamento de Defensa de los EE.UU. genera 500.000 toneladas de residuos tóxicos cada año, más que las cinco mayores empresas químicas del mundo. La extracción de uranio para producir armas envenena grandes superficies de terreno y aguas subterráneas.

Para el desarrollo de sus armas las potencias definen zonas nacionales de sacrificio que son literalmente esterilizadas y convertidas en inhabitables por miles de años. Las pruebas nucleares en Siberia, en los atolones del Pacífico o en California, Nevada y Utah han producido millones de muertes por radiación y daños genéticos. El lago Baikal fue envenenado por el complejo de fábricas militares rusas. De toda la degradación medioambiental del mundo, una cuarta parte se debe a las actividades militares.

En enero, los expertos del Boletín de Científicos Atómicos, que vienen haciendo campaña en favor del desarme nuclear y analizan el peligro de la civilización mundial, adelantaron las manecillas del llamado "Reloj del Fin del Mundo" porque, se justificaron, “el impacto colectivo de la humanidad en la biosfera, el clima y los océanos no tiene precedentes".

La carrera armamentista goza de buena salud, la misma que le falta al planeta y a la mayoría de la humanidad. La preparación para la guerra es una de las actividades más devastadoras para el medio ambiente. De manera que, por estas horas y ya probado el RS-24, los expertos deberían volver ajustar la hora de esta cuenta regresiva…
M.S.

Programa del 7 de junio de 2007

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