sábado, 8 de septiembre de 2007

MEGAEXTINCIÓN: CON LA VENDA EN LOS OJOS

Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Biodiversidad, la Convención para la Diversidad Biológica de la ONU alertó que cada día se pierden 150 especies animales, lo que se considera la mayor ola de extinciones desde que desaparecieron los dinosaurios, afirmando además que no existe ninguna duda de que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad son "dos caras de la misma moneda" y que son consecuencias de la actividad humana.

En este marco, 1.300 científicos de 95 países elaboraron un dossier titulado "Evaluación de los Ecosistemas del Milenio" en el que demuestran que la degradación progresiva de dos terceras partes de los ecosistemas puede tener consecuencias desastrosas para la humanidad en los próximos 50 años. El informe da cuenta de que cada hora, tres especies desaparecen; cada día, más de 150 especies se pierden, es decir que cada año se extinguen 55.000 especies.

Lamentablemente no nos equivocamos cuando hace algo más de un año se cerraba en Curitiba la Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica de la ONU y dijimos que fue un fiasco. Nada se ha logrado a fin de detener la destrucción de especies y hábitat. Por el contrario, esta se ha agravado. La Cumbre de Curitiba se planteó como objetivo frenar la pérdida de la biodiversidad antes de 2010, pero lamentablemente la lista de especies animales amenazadas se incrementa a un ritmo superior a las 8000 por año.

Nuestros oyentes saben que lo venimos diciendo recurrentemente, vivimos la peor extinción de especies desde que hace 65 millones de años un asteroide impactó cerca de la península de Yucatán y acabó con la mitad de todas las especies y, entre ellas, a los dinosaurios. Hoy la culpa no es de ningún agente cósmico sino de la acción humana y su sistema socioeconómico basado en la depredación de los recursos naturales.

En promedio, durante los últimos 500 millones de años, la extinción llamada “de fondo” ha sido de una especie cada 5 años, el hombre tecnológico ha multiplicado esta tasa 275000 veces. Ya en 1996 la tasa de extinción oscilaba entre 1000 y 10000 veces las cifras globales prehumanas. Hemos reducido a menos del 10% de los niveles prehumanos 25 zonas biológicas críticas de nuestro planeta. El homo sapiens lleva alrededor de 130.000 años devastando el suelo que pisa y harían falta 25 millones de años para que el proceso natural de evolución rectificara esa devastación de la biodiversidad desencadenada en los últimos milenios.

Los cambios introducidos por el hombre en la biosfera no tienen precedentes: matanzas, trastornos de los ciclos biogeoquímicos, acelerado cambio climático, erosión generalizada de suelos, desertificación extensiva y dispersión incontrolada de toxinas sintéticas y OGM.

Como muestra basta un botón: en muchos países se asiste impotente a la misteriosa desaparición de millones de abejas de sus colonias, un fenómeno que podría tener un efecto devastador en el conjunto de la agricultura mundial. Los pesticidas, los transgénicos y las sequías inducidas por el cambio climático están acabando con los insectos más importantes en la cadena alimenticia humana.

En los EE.UU., entre 30 y 90 % de las colonias de abejas han desaparecido en diferentes estados, apicultores de España, Francia, Bélgica y Alemania han registrado claramente este fenómeno, en Suiza, Polonia, Grecia, Italia y España también se han dado casos de abejas que no regresan a sus panales y en Inglaterra, en muchos lugares, se han perdido el 75% de los panales.

La importancia de las abejas no reside en la producción de miel sino en la polinización y en la renovación vegetal, pues el 80% de la polinización de las plantas que necesitan de insectos para poder fecundar sus flores los realizan las abejas y si no fuera por las abejas, la desertización de los ecosistemas sería casi total. La India y China no escapan al colapso. Si extinguimos las abejas nosotros las seguiremos en su vía crucis.

En un artículo de agosto del 2000 titulado “El país que nadie ama” el periodista Julio Nudler hacía alusión al síndrome porque ciertamente La Argentina, convertida en gran experimento transgénico, comenzaba a experimentar el problema: “la masiva aplicación de insecticidas y herbicidas produce efectos como la extinción de las abejas” decía Nudler haciéndose eco de las denuncias del Grupo de Reflexión Rural.

El tema puede parecerle trivial a algún “caído del catre”, sin embargo es muchísimo más grave que lo que una lectura apresurada podrìa suponer. Es simplemente la punta del iceberg del mayor ecocidio de la historia del Planeta. Ya es hora de darnos cuenta de dos cosas: que no hay tiempo que perder y que de esta masiva extinción de especies no saldremos indemnes…
M.S.
Programa del 24 de mayo de 2007

No hay comentarios: