viernes, 7 de septiembre de 2007

EL PARANÁ HUELE A PESCADO PODRIDO

“El lunes 4 (de junio) lo traje para llevarlo al Banco Nación, donde tengo una cuenta para depositar la plata en efectivo y, con el resto, abrir una caja de seguridad para tenerlo con rápida disponibilidad”. Así les contaba el viernes pasado a la tarde la ministra de economía Felisa Miceli a un selecto grupo de periodistas de La Nación, Página/12 y Clarín sus abatares respecto de la bendita bolsa “bañanera”.

Pocos días antes de ese fatídico lunes 4, la ministra firmaba la resolución 365 del ministerio a su cargo. Exactamente el 31 de mayo: la resolución autorizaba a las provincias de Santa Fe y Entre Ríos a exportar este año un total de hasta 8.000 toneladas de sábalo que haya sido pescado en el río Paraná hasta su desembocadura en el Río de la Plata. Se notó que la resolución alumbró de apuro porque el 6 de junio tuvo que ser retocado el primero de sus artículos. ¿Coincidencias? Vaya uno a saber… De 4 a 6 dólares el kilo, se trata de un negocio de 40M de dólares. La exportación de pescados de río había sido suspendida en principio por ocho meses en enero pasado porque el sábalo venía siendo sobreexplotado hasta su casi extinción. Pero las presiones empresarias lograron su objetivo y la depredación continuará.

La reacción no se hizo esperar: el 6 de junio, representantes de pequeñas y medianas empresas de la costa santafesina ligadas al turismo, pescadores deportivos y artesanales, ONGs y ciudadanos autoconvocados realizaron frente a la Secretaría de Estado de Medio Ambiente de la provincia de Santa Fe, cuyo titular es Marcelo Terenzio, un “escrache” en rechazo al respaldo que dio el organismo provincial a las autoridades de Pesca de la Nación para la reapertura de las exportaciones de sábalo. Los manifestantes reclamaron “basta de avalar la destrucción de nuestros recursos naturales". Las acciones de repudio seguirán aumentando y seguramente incluirán el corte de rutas y puentes. ¿Tan grave es la cuestión?

El sábalo, considerado por mucho tiempo el pescado de los pobres, juega un papel clave en el sostén del ecosistema del Paraná. Este río, transporta una enorme cantidad de materia orgánica producto de su cruce por zonas de selvas, y de la descomposición de las plantas que componen su vegetación flotante, una vez que han cumplido su ciclo de vida. El sábalo toma su alimento del barro del fondo al que literalmente procesa y así evita la contaminación que se produciría de no existir esta especie. Pero además, sus crías sirven como alimento a las especies carniceras que ocupan los lugares más altos de la cadena alimentaria del río. Mientras los pequeños juveniles de sábalo son el alimento de peces que se alimentan de otros semejantes, como el Dorado, el Surubí, etc. otros comen los huevos que han depositado las hembras y que viajan río abajo. Por esta razón, el Sábalo es una especie clave para el funcionamiento del río, ya que es quien procesa sus aguas para garantizar su calidad y a la vez permitir la presencia de vida en ellas, mientras que simultáneamente se convierte en el sustento de otras 20 especies de peces.

Increíblemente, hasta antes de la suspensión de las exportaciones implementada en enero, el sábalo es segundo pescado argentino que más se exporta después de la merluza, y su demanda se multiplicó al menos por tres luego de la devaluación. De las provincias de Entre Ríos y Santa Fe sale casi la totalidad del pescado de río que se exporta. Si bien el SENASA afirma que se exportan 37 mil toneladas de sábalo al año, según datos oficiales del Ministerio de Agricultura de Colombia en el 2004 llegaban solamente a ese país 35 mil toneladas anuales. Sumando la enorme cantidad de sábalos que van a Brasil, Bolivia y Nigeria, y a los nuevos mercados que se han abierto en Chile, Perú, Angola, Jordania y Rusia, la cifra seguramente alcanzaba las 80.000 toneladas. La depredación pesquera que sufren nuestros mares se extiende claramente a nuestros ríos. Lo dijimos hace varios años, a ese ritmo la especie podría extinguirse en unos tres años más.

La reapertura de la exportación no tiene el más mínimo sentido científico porque algunos meses no sirven para que la especie se recupere. Ya no hay peces para los pequeños productores, ni para el pescador artesanal ni para el turismo. La sobre explotación pesquera se suma así a los efectos de las represas hidroeléctricas. De lo que no cabe duda es que el río ya avisó que no da más…
M.S.
Programa del 12 de julio de 2007

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