La periodista canadiense Naomí Klein publicó recientemente un revelador libro titulado “La doctrina del shock, el auge del capitalismo de desastre”. Esta investigadora y documentalista, uno de los referentes más destacados del movimiento anti globalización, es la autora de un ícono de ese pensamiento, nos referimos a “No Logo: El poder de las marcas”. El verdadero subtítulo de este best seller publicado en el 2001 es un tanto más agresivo: “Taking Aim at the Brand Bullies” (apuntando a quienes imponen sus marcas por la fuerza).
En su nuevo libro, Naomí Klein pone en blanco sobre negro la historia secreta del libre mercado. De esta historia negra destaca un punto fundamental, el método para aplicar sus recetas y puntualiza en el cruel mentor de estos procedimientos: nos referimos al famosísimo economista Milton Friedman quien entendió las bondades de lo que Klein llama la “doctrina del shock” y que no es otra cosa que la puesta en práctica de los procedimientos de tortura que la CIA perfeccionó en los años 60 a partir de las investigaciones psiquiátricas sobre los efectos del electroshock en enfermos mentales.
La doctrina del shock es aplicable tanto a individuos como a sociedades enteras las que, como un prisionero torturado, se vuelven más propensas a seguir a dirigentes que simulan protegerlos cuando, estos grupos, fueron previamente sometidos a un trauma colectivo, una guerra, un golpe de Estado, un atentado terrorista e incluso un desastre natural. Frente al estado de shock, las personas se vuelven más infantiles y vulnerables. Ese es el preciso instante en que las políticas neoliberales penetran en el entramado social como un tsumani generando efectos devastadores difíciles de resistir y remediar.
Naomí Klein aclara que "si bien el modelo económico de Friedman puede ser impuesto parcialmente en una democracia, requiere condiciones autoritarias para instrumentar su auténtica visión" y que "para que la terapia de shock pueda ser aplicada sin reservas -como lo fue en Chile en los 70, en China en los 80, en Rusia en los 90 y en los Estados Unidos después del 11S-, es preciso que exista una suerte de trauma colectivo, uno que permita o bien suspender temporalmente la práctica democrática, o bien bloquearla completamente".
"Milton Friedman entendió que la atmósfera creada por una crisis de gran escala proveía el necesario pretexto como para invalidar los deseos expresos de los votantes y entregarles la economía del país a los tecnócratas", nos alerta Klein, pero los argentinos sabemos bastante acerca de la doctrina de shock: en 1989, la mafia económica agazapada en el Caballo de Troya menemista saboteó a un debilitado gobierno de Raúl Alfonsín cerrándole los grifos del crédito externo. Su sucesor, el peronista Carlos Menem, anunció un plan que significaría “cirugía mayor sin anestesia”. Quien primero sería su canciller y luego su ministro de economía, nos referimos a Domingo Cavallo, manejó desde el exterior, en las postrimerías del mandato alfonsinista, el plan que puso al dólar por las nubes y precipitó una hiperinflación sin precedentes que forzó la renuncia anticipada del líder radical. Las heridas de la inmisericorde cirugía menemista siguen desangrando a La Argentina de nuestros días.
La dictadura militar hizo la primera parte del trabajo sucio pero Menem, nuevo shock mediante, hizo el resto: luego de ser designado ministro de Economía, Domingo Cavallo cubrió los más estratégicos cargos públicos con los llamados "Chicago boys", los discípulos de Milton Friedman. Roque Fernández fue puesto al frente del Banco Central escoltado por sus asesores Pedro Pou y Pablo Guidotti. Especialistas en lavado y fuga de dinero.
Escribe Klein en su muy recomendable libro: "un sistema económico que requiere constante crecimiento, al tiempo que elude cualquier serio intento de regulación ambiental, genera una constante corriente de desastres, sean militares, ecológicos o financieros". Y añade: "el apetito por ganancias rápidas y de corto término, resultantes de inversiones puramente especulativas, ha transformado a los mercados de valores, de divisas y de inmuebles en máquinas creadoras de crisis, como la crisis financiera asiática, la crisis del peso mexicano y el colapso de las puntocom lo demuestran". Vale en este punto una aclaración: mientras escribimos estas líneas, se encuentra en pleno desarrollo la crisis de los préstamos hipotecarios en los EE.UU., los llamados “subprime”.
El shock financiero desde el que emergió Menem para irrumpir al poder creo las condiciones que le permitió imponer las vergonzosas leyes mineras, la entrega del patrimonio energético y la implantación de un modelo agroindustrial basado en monocultivos transgénicos de consecuencias nefastas en términos sociales, ambientales y sanitarios. Ninguno de los engranajes y resortes de este modelo ha sido, ni tan siquiera mínimamente, modificado por la administración Kirchner y no pareciera que su esposa Cristina Fernández, la heredera del trono presidencial, vaya a hacer nada al respecto.
Sería una imprudencia dejar pasar la oportunidad para cambiar la escala del análisis, particularmente cuando estamos enfocando en lo que Naomí Klein bautizó como “la doctrina del shock”. Se ha conocido por estas horas un nuevo informe del Grupo Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático que se ha reunido en la cumbre de la ONU en Valencia. El IPCC ha alertado que “no actuar ya contra el cambio climático es una irresponsabilidad criminal". En paralelo, el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, divulgado en Brasilia, advierte que "el mundo dispone de menos de diez años para cambiar su rumbo" y revertir un proceso cuyas consecuencias serán "catastróficas". Cada vez más, esto informes se van aproximando a lo que alertábamos hace años desde “Prende la Luz”.
El malo de Milton Friedman afirmaba que “sólo una crisis, real o percibida como tal, produce un cambio auténtico” y los hechos parecerían demostrarlo. Invitamos al lector (y al oyente) a que recuerde las situaciones generadas por la patota peronista y los multimedios en el cierre del 2001, que le permitieron a Eduardo Duhalde derribar el gobierno autista de Fernando De La Rua y, de esta manera, imponer una devaluación feroz que potenció el flujo de exacción de los recursos naturales que La Argentina entrega al hemisferio norte.
Nuevamente: “sólo una crisis, real o percibida como tal, produce un cambio auténtico” aseguraba el apologista de la doctrina del shock y padre del neoliberalismo.
El grueso de quienes pueblan esta gran aldea luce desentendido del colapso ecológico que vive el sistema planetario. Sin embargo, esta infantil apuesta (la de pretender ignorar las catástrofes climáticas globales) resultará en un rotundo fracaso para un buen sector de la especie “humana”. En este caso, la única posibilidad es que la debacle devenga en la implantación de un modelo de fascismo ultramilitarizado que dará cuenta de la población sobrante, porque inevitablemente el desbarranque ecológico dejará fuera de juego a enormes sectores. Nuestra obligación es la de no esperar una década a que la doctrina del shock nos golpee la puerta y la cierre para siempre...
M. S.
En su nuevo libro, Naomí Klein pone en blanco sobre negro la historia secreta del libre mercado. De esta historia negra destaca un punto fundamental, el método para aplicar sus recetas y puntualiza en el cruel mentor de estos procedimientos: nos referimos al famosísimo economista Milton Friedman quien entendió las bondades de lo que Klein llama la “doctrina del shock” y que no es otra cosa que la puesta en práctica de los procedimientos de tortura que la CIA perfeccionó en los años 60 a partir de las investigaciones psiquiátricas sobre los efectos del electroshock en enfermos mentales.
La doctrina del shock es aplicable tanto a individuos como a sociedades enteras las que, como un prisionero torturado, se vuelven más propensas a seguir a dirigentes que simulan protegerlos cuando, estos grupos, fueron previamente sometidos a un trauma colectivo, una guerra, un golpe de Estado, un atentado terrorista e incluso un desastre natural. Frente al estado de shock, las personas se vuelven más infantiles y vulnerables. Ese es el preciso instante en que las políticas neoliberales penetran en el entramado social como un tsumani generando efectos devastadores difíciles de resistir y remediar.
Naomí Klein aclara que "si bien el modelo económico de Friedman puede ser impuesto parcialmente en una democracia, requiere condiciones autoritarias para instrumentar su auténtica visión" y que "para que la terapia de shock pueda ser aplicada sin reservas -como lo fue en Chile en los 70, en China en los 80, en Rusia en los 90 y en los Estados Unidos después del 11S-, es preciso que exista una suerte de trauma colectivo, uno que permita o bien suspender temporalmente la práctica democrática, o bien bloquearla completamente".
"Milton Friedman entendió que la atmósfera creada por una crisis de gran escala proveía el necesario pretexto como para invalidar los deseos expresos de los votantes y entregarles la economía del país a los tecnócratas", nos alerta Klein, pero los argentinos sabemos bastante acerca de la doctrina de shock: en 1989, la mafia económica agazapada en el Caballo de Troya menemista saboteó a un debilitado gobierno de Raúl Alfonsín cerrándole los grifos del crédito externo. Su sucesor, el peronista Carlos Menem, anunció un plan que significaría “cirugía mayor sin anestesia”. Quien primero sería su canciller y luego su ministro de economía, nos referimos a Domingo Cavallo, manejó desde el exterior, en las postrimerías del mandato alfonsinista, el plan que puso al dólar por las nubes y precipitó una hiperinflación sin precedentes que forzó la renuncia anticipada del líder radical. Las heridas de la inmisericorde cirugía menemista siguen desangrando a La Argentina de nuestros días.
La dictadura militar hizo la primera parte del trabajo sucio pero Menem, nuevo shock mediante, hizo el resto: luego de ser designado ministro de Economía, Domingo Cavallo cubrió los más estratégicos cargos públicos con los llamados "Chicago boys", los discípulos de Milton Friedman. Roque Fernández fue puesto al frente del Banco Central escoltado por sus asesores Pedro Pou y Pablo Guidotti. Especialistas en lavado y fuga de dinero.
Escribe Klein en su muy recomendable libro: "un sistema económico que requiere constante crecimiento, al tiempo que elude cualquier serio intento de regulación ambiental, genera una constante corriente de desastres, sean militares, ecológicos o financieros". Y añade: "el apetito por ganancias rápidas y de corto término, resultantes de inversiones puramente especulativas, ha transformado a los mercados de valores, de divisas y de inmuebles en máquinas creadoras de crisis, como la crisis financiera asiática, la crisis del peso mexicano y el colapso de las puntocom lo demuestran". Vale en este punto una aclaración: mientras escribimos estas líneas, se encuentra en pleno desarrollo la crisis de los préstamos hipotecarios en los EE.UU., los llamados “subprime”.
El shock financiero desde el que emergió Menem para irrumpir al poder creo las condiciones que le permitió imponer las vergonzosas leyes mineras, la entrega del patrimonio energético y la implantación de un modelo agroindustrial basado en monocultivos transgénicos de consecuencias nefastas en términos sociales, ambientales y sanitarios. Ninguno de los engranajes y resortes de este modelo ha sido, ni tan siquiera mínimamente, modificado por la administración Kirchner y no pareciera que su esposa Cristina Fernández, la heredera del trono presidencial, vaya a hacer nada al respecto.
Sería una imprudencia dejar pasar la oportunidad para cambiar la escala del análisis, particularmente cuando estamos enfocando en lo que Naomí Klein bautizó como “la doctrina del shock”. Se ha conocido por estas horas un nuevo informe del Grupo Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático que se ha reunido en la cumbre de la ONU en Valencia. El IPCC ha alertado que “no actuar ya contra el cambio climático es una irresponsabilidad criminal". En paralelo, el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, divulgado en Brasilia, advierte que "el mundo dispone de menos de diez años para cambiar su rumbo" y revertir un proceso cuyas consecuencias serán "catastróficas". Cada vez más, esto informes se van aproximando a lo que alertábamos hace años desde “Prende la Luz”.
El malo de Milton Friedman afirmaba que “sólo una crisis, real o percibida como tal, produce un cambio auténtico” y los hechos parecerían demostrarlo. Invitamos al lector (y al oyente) a que recuerde las situaciones generadas por la patota peronista y los multimedios en el cierre del 2001, que le permitieron a Eduardo Duhalde derribar el gobierno autista de Fernando De La Rua y, de esta manera, imponer una devaluación feroz que potenció el flujo de exacción de los recursos naturales que La Argentina entrega al hemisferio norte.
Nuevamente: “sólo una crisis, real o percibida como tal, produce un cambio auténtico” aseguraba el apologista de la doctrina del shock y padre del neoliberalismo.
El grueso de quienes pueblan esta gran aldea luce desentendido del colapso ecológico que vive el sistema planetario. Sin embargo, esta infantil apuesta (la de pretender ignorar las catástrofes climáticas globales) resultará en un rotundo fracaso para un buen sector de la especie “humana”. En este caso, la única posibilidad es que la debacle devenga en la implantación de un modelo de fascismo ultramilitarizado que dará cuenta de la población sobrante, porque inevitablemente el desbarranque ecológico dejará fuera de juego a enormes sectores. Nuestra obligación es la de no esperar una década a que la doctrina del shock nos golpee la puerta y la cierre para siempre...
M. S.
Programa del 29 de noviembre de 2007
4 comentarios:
Flaco
Me parece que te compraste todo el paquete con el moñito incluído.
Naomí es una vendedora de baratijas que compra en el Once y se las vende a los psicobolches que no pasaron de la Av. Córdoba. Informate mejor que hay dónde. Si te gusta la teoría conspirativa seguí adelante con Al Gore y continuá con Walter Graziano. Te vas a encontrar a tus anchas siempre que no te caiga mal el pescado podrido.
Estimado kejosé,
Se agradece su recomendación dietaria. Probablemente la tengamos que seguir de manera forzada habida cuenta de cómo cuatro vivos están "filtrando" nuestros mares y ríos.
Respecto a la teoría de la falsedad de las teorías conspirativas creo que queda palmariamente demostrada. Sólo basta leer el Informe Warren y el Informe de la Comisión del 11-S.
Mientras Klein estaba respirando gases lacrimógenos durante las represiones del 2002 en La Argentina, otros disfrutaban del aire acondicionado de la CNN.
Algo es algo...
PLL
que tal!! edito una serie de publicaciones en un periodico de analisis politico y me gustaria saber si no te molestaria que publicara en parte tu escrito sobre el libro de naomi klein?
saludos!!
Estimado Carlos,
Para nosotros será un honor que utilices nuestro material periodístico. Sólo te pedimos que nos envíes un comentario con la referencia de tu publicación.
Nuestro abrazo.
PLL
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