domingo, 10 de febrero de 2008

THE BIG CRACK

La máquina de imprimir dólares ya no alcanza. Los EE.UU. han incumplido todas las leyes de la economía capitalista y se han convertido en la meca de la especulación financiera y el despilfarro. La insolvencia de la verde moneda resulta inocultable y parece no haber remedio que pueda sanar a la enferma economía norteamericana deshilachada por las deudas y los sucesivos colapsos de burbujas de toda laya. La última de ellas, la de los créditos hipotecarios.

La “fuga hacia delante”, instrumento predilecto de los gurúes neoliberales, parece un salto al abismo pero la administración neoconservadora trata de llegar, a como de lugar, a unas elecciones presidenciales que parecen cada vez más lejanas.

Durante la última década del siglo pasado, y las primeras horas del siglo XXI, diferentes países han experimentado crisis económicas severas. México, Rusia, Brasil, Turquía, Indonesia, Malasia, Tailandia y La Argentina son sólo algunos ejemplos de cómo la globalización de la timba financiera puede poner patas para arriba países enteros de la mano de gobiernos saqueadores que se prestan al juego.

Trasnacionalización, saqueo de los recursos naturales, privatización de áreas estratégicas y deudas externas vitalicias son algunas de las consecuencias de las políticas de shock que han sufrido unos y otros [1].

Para poner las cifras en contexto y en perspectiva: los Estados Unidos, por sí solos, representan el 25% de la economía mundial. Su Producto Bruto Interno es de aproximadamente 13 billones de dólares [2], exporta por 1,2 billones e importa por 1,9 billones, succionando alrededor del 16% de la totalidad de las importaciones mundiales; esto es equivalente a las exportaciones de China, Japón, Hong Kong, Corea y Singapur en conjunto. Europa vende sus productos al gran país del norte por 374.000 millones de dólares y China por unos 300.000 millones, de manera que el crecimiento de ambas economías esta muy atado a la dinámica norteamericana, al punto que por cada punto porcentual de caída en el PBI americano se producirá un desplome equivalente o mayor en la economía China.

La metástasis financiera de la principal economía del mundo no es cuento: su déficit externo o de cuenta corriente es del orden del billón de dólares, que equivale a lo que producen Brasil o Rusia en un año, lo cual es insostenible en el largo plazo. La balanza por cuenta corriente registra de los pagos procedentes del comercio de bienes y servicios y de las rentas en formas de beneficios y dividendos obtenidos del capital invertido en otro país. De todo este déficit, como vimos, la balanza comercial aporta un “rojo” de 700.000 millones

Este desbalance no es inocuo, Estados Unidos es el país más endeudado de todo el planeta, requiriendo alrededor de 2000 millones de dólares diariamente del exterior para pagar su opulencia. En el 2004, la deuda pública y privada de los norteamericanos con el exterior era de 4,5 billones de dólares. Hoy por hoy, esa deuda debe rondar los 9 billones. De todas formas, deber dinero en el mismo formato del que uno es capaz de imprimir es una enorme ventaja…

El déficit gemelo, el del presupuesto, es igualmente escandaloso: más de 400.000 millones de dólares. Los EE.UU. sobregastan internamente un equivalente que supera toda la producción del MERCOSUR. Para este año, este presupuesto supera los 3 billones de dólares. El gasto en defensa no es menos impresionante: más de medio billón de dólares (70.000 millones sólo para la empantanada invasión a Irak). Este dato es clave porque a través de su gasto militar, que es más de la mitad de lo que gasta el planeta entero, los EE.UU. subsidian y financian su desarrollo y su avanzada tecnológica. La misma que luego utilizarán para mantener su poderío geopolítico.

Como vimos, el crecimiento norteamericano, que se ha venido produciendo a tasas promedio del orden del 3% (y cuyo valor absoluto supera lo que aporta China a la economía mundial), ha sido financiado con un enorme endeudamiento externo, tanto público como privado. De esta manera, los bonos que emite el Tesoro estadounidense han venido acumulándose en las reservas de una multitud de países y empresas. Una debacle del valor del dólar, como resultado de su hiperdeficitaria economía, no es nada apetecible para quienes han atesorado la contrapartida de la deuda externa americana ni para quienes le venden sus productos a los despilfarradores yanquis. Entonces se dedican a mantenerles el vicio, financiando estos déficits, para que sus productos fluyan y sus reservas no se vaporicen. Las reservas japonesas y chinas en dólares rondan los 2 billones y esto es el suficiente dinero como para temerle mucho a una devaluación del billete de George Washington. El tobogán cada vez luce más empinado y la caída cada vez más difícil de contener. Caída que afectará a todos los que viven y han vivido del festival neoliberal.

Es curioso y conviene prestar atención al hecho de cómo el propio pueblo estadounidense permanece ajeno a su propio circo romano, particularmente cuando el ajuste neoliberal también los alcanzó a ellos: en 1970 el 1% más rico de la población norteamericana se quedaba con el 8 % del ingreso nacional. Hoy por hoy, lo que esa cúpula privilegiada embolsa supera holgadamente el 16%. La cultura del despilfarro ha sido estimulada hasta el paroxismo al punto que el consumo interno ha venido creciendo al doble de tasa que el PBI y la tasa de ahorro personal, que en los ´70 rondaba el 7%, hoy es casi nula cuando no directamente negativa. La cultura de la timba ha penetrado y mucho, en los ’70 los ingresos financieros de las familias “americanas” rondaban el 10%, hoy esa cifra se ha duplicado.

Sin dudas, se trata de una sociedad opulenta: mientras que en los EE.UU. el consumo privado supone un 70% del PIB, en China ese porcentaje es de apenas un 36% configurando el menor valor de todas aquellas economías consideradas grandes. Los EE.UU., literalmente, roban un 80% por ciento de sus ahorros al resto de la humanidad que le financia sus colosales déficits, tanto de su cuenta corriente como de su presupuesto, y su pornográfico consumismo.

La timba financiera global, que encuentra en el colapso de las “subprime” sólo un caso más, se caracteriza por su oscurantismo y su frenética (o cibernética) velocidad. La “contabilidad creativa”, el “laissez faire, laissez passer” de las autoridades financieras y las mentiras “especializadas” de las calificadoras de riesgo hacen el resto. Pareciera que la mayoría de los consultores económicos desconocieran las cifras del desbarajuste americano.

JP Morgan, Merrill Lynch, Bank of America, Citigroup, Lehman Brothers, Goldman Sachs, Countrywide, Deutsche Bank y Credit Suisse traficaron y estimularon los créditos hipotecarios “subprime” a sabiendas de que los deudores jamás podrían afrontar esas deudas convertidas en bonos basura esparcidos por todo el globo. Mientras que más de dos millones de norteamericanos corren serio riesgo de perder sus viviendas, la administración Bush salió al salvataje de los banqueros y culpó a los deudores que firmaron esas hipotecas.

La economía americana, y mundial, está siendo jaqueada por otro de los jinetes del apocalipsis: su petróleodependencia o, mejor dicho, la petróleoadicción de la que es víctima toda la humanidad. El tema del petróleo tiene múltiples connotaciones, la más importante tiene que ver con el colapso climático pero de esto nos hemos ocupado en varias notas. Por un lado las reservas se agotan y la producción no satisface la demanda; por otro, el precio del barril refleja el descalabro financiero internacional por el que el valor de las divisas, particularmente el dólar, va cayendo día a día.

Sin embargo, la “cultura” económica tiene al dólar por una moneda fuerte digna de ser ahorrada. ¿Por qué? La fortaleza del dólar reside en que es parte fundamental del sistema de reservas de divisas internacionales. Esto es, los países ahorran principalmente en dólares y compra-venden en dólares. Esto se debe a que los EE.UU. ganaron, en todos los sentidos, la Segunda Guerra Mundial y, a su término, acordaron en Bretton Woods que atarían el dólar al “patrón oro”.

Esto terminó en 1971 por obra y gracia de Richard Nixon (figura central para entender la historia contemporánea). Desde entonces el mundo ahorra y transa con papel pintado. Y todos felices porque el Pentágono y la CIA se encargan del resto. No sólo japoneses y chinos acumulan billones en sus reservas, todos lo hacen. ¿Por qué, a pesar de la situación que venimos describiendo, los países ahorran principalmente en dólares? ¿Quizá la pregunta, correctamente formulada, es por qué no se animan a acumular reservas en otra moneda o a invertir en otras cuestiones más útiles a sus respectivos pueblos? No es una cuestión de conveniencia financiera (no de los “ahorradores”), es una cuestión de relación de poderes (militares, entre otros).

La estrategia fue tan inteligente como sencilla: atar el dólar al patrón oro al fin de la Segunda Guerra Mundial haciendo de él la moneda de cambio de la mayoría absoluta de las transacciones internacionales y de las reservas federales de todos ellos. Logrado esto, los EE.UU. se dedicaron a imprimir papel pintado con el cual comprar recursos naturales “urbi et orbi” y con su déficit financiar su propio desarrollo tecnológico de la mano de su carrera armamentista. Con esas mismas armas e “inteligencia” hoy se asegura los recursos que necesita para continuar en su economía de despilfarro.

En paralelo, las corporaciones trasnacionales barrieron con los controles de los estados nacionales y dividieron el planeta entre productores de materias primas (países emergentes) y fábricas globales con mano de obra barata (China, México y parte del resto de Asia), que colocan sus productos en los países centrales (EEUU, Unión Europea y Japón) donde sus mercados están marcados por el capital-especulativo. Este mundo perfecto parecía no tener fin.

A propósito, una reflexión de tono vernáculo: China es uno de los grandes armadores del mundo y La Argentina le provee productos primarios a estas grandes maquiladoras de las corporaciones mundiales. Resulta difícil de sostener que seguirán requiriendo productos como soja, aceite o cobre con igual vigor, toda vez que su superávit se verá afectado por la recesión norteamericana. De manera que no es cierto, como han venido susurrando los economistas del gobierno, que La Argentina “está inmunizada frente a la crisis”. Muy pocos se salvan en esta aldea global de las bondades del capitalismo financiero.

¿Hasta cuándo puede continuar la orgía capitalista? El derrumbe del dólar, la burbuja subprime-financiera y la escalada de los precios del petróleo son los signos de una crisis en pleno desarrollo y de consecuencias insospechadas.

Una devaluación del dólar representará pérdidas para todos, pero particularmente para los más pobres. De hecho, no solamente aumentó el oro, la plata o el petróleo en dólares sino que las cinco divisas más importantes del planeta (dólar, euro, yen, libra esterlina y dólar canadiense) se han devaluado frente al oro (también el yuan chino). Es decir que el oro se va transformando en el patrón monetario mundial. Curioso, como en la Edad Antigua. Sería extenso recorrer las causas del derrumbe del imperio romano pero cabe recordar dos de ellas: el colapso ambiental producto de la devastación de los bosques que proveían madera a las fraguas de su industria bélica junto al agotamiento de sus terrenos y la expansión del gasto en defensa (y ataque) que terminó disparando su inflación y default cuando sus proveedores descubrieron el fraude romano de acuñar moneda cada vez con menor contenido de oro. Y como en esa época, el imperio de las barras y las estrellas se va desmoronando. Lo inquietante es qué hará para evitarlo o qué estrategia aplicará para globalizar el ajuste. Porque, sin duda, esta fiesta terminó…

Frente a los inicios de la crisis del petróleo, principal insumo del sistema, la administración americana puso en acción el complot del 11S, a través del cual consiguió “licencia para matar”, pudo eludir controles republicanos y restringió libertades civiles en su “guerra contra el terrorismo”. Frente a la crisis en desarrollo ¿qué otro capitulo de su teoría del shock desempolvarán los halcones americanos?

M. S.
Programa del 7 de febrero de 2008


[1] Ver, en este mismo blog "LA DOCTRINA DEL SHOCK ESTÁ GOLPEANDO TU PUERTA" (pllradio.blogspot.com/2007/11/la-doctrina-del-shock-est-golpeando-tu.html)
[2] Un billón equivale a un millón de millones. Vale la aclaración puesto que los norteamericanos suelen referirse a un billón como equivalente a mil millones.

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